Acerca De MARÍA JOSÉ EVIA
En un mundo donde la belleza ha sido moldeada por algoritmos y tendencias efímeras, María José Evia no solo reporta lo que sucede en la industria—ella lo reescribe. Como editora digital de InStyle México, ha convertido el espacio editorial en un campo de batalla donde las ideas desafían los estándares, donde la representación deja de ser una promesa vacía y donde la autenticidad no es un eslogan, sino una declaración de principios.
Su labor trasciende la estética. María José disecciona la belleza con una mirada crítica, enfrentando los discursos que han dictado durante décadas quién merece ser visto, qué cuerpos son celebrados y cuáles historias deben contarse. Su pluma es un bisturí que corta las narrativas complacientes para exponer verdades incómodas: la normalización de la gordofobia, la fragilidad de los estándares inalcanzables y la urgencia de abandonar el lenguaje de la exclusión en favor de una visión más real y consciente.
No se limita a observar la evolución de la belleza; la impulsa. Desde su rol, ha convertido la página digital de InStyle en una plataforma que no solo informa, sino que cuestiona. Cada artículo, cada selección de imágenes y cada entrevista llevan su sello: un equilibrio entre profundidad, sensibilidad y una audacia poco común en la industria. Su misión no es dictar lo que es bello, sino abrir el espectro de posibilidades, desafiando los filtros impuestos tanto por la sociedad como por la propia industria.
En una era donde los medios pueden ser eco o revolución, María José elige ser lo segundo. No escribe para llenar espacio, escribe para construirlo. No sigue tendencias, las deconstruye. Y en esa reconstrucción, no solo amplifica voces que han sido ignoradas por demasiado tiempo, sino que establece un nuevo estándar de lo que significa liderar en la belleza: sin concesiones, sin artificios y con una convicción inquebrantable de que las historias que contamos pueden —y deben— cambiar el mundo.
¿Cómo ha cambiado tu percepción de la belleza desde que asumiste un rol de liderazgo, y de qué manera esta evolución ha influido en tus decisiones profesionales?
Pienso más críticamente en la belleza desde que tengo un rol de liderazgo, sobre todo en relación a los productos. Me encantan los productos y ahora pruebo muchos al año, pero no quisiera ser parte de una cultura donde solo queremos más cantidad de cualquier cosa. Pero también pienso en los conceptos que usamos, ideas como flawless o imperfecciones o antiedad.
Me genera incomodidad esta constante tensión entre el interés por todo lo nuevo y mi natural cinismo ante los productos de consumo, pero creo que es una dosis muy buena de incomodidad, que me he hace cuestionar todo el tiempo mis impulsos como compradora y lo que quiero comunicar a quienes lean tanto el sitio que edito como mis redes sociales personales. Estoy cómoda con esa incomodidad, supongo.
¿Qué estrategias utilizas para equilibrar las presiones externas sobre la apariencia con tus valores personales de belleza y autenticidad?
Es impresionante lo fácil que es caer en un estándar súper cerrado de lo que es belleza (incluso al olvidar que es un concepto mucho más profundo, antiguo y elusivo que la industria de la belleza). Creo que mi edad es también un arma de dos filos. Pasados los 36 ya no tengo la divisa que fue la juventud, y al mismo tiempo he visto ir y venir tendencias e it girls. Tengo experiencia para definir lo que es bello para mí.
Siendo mucho más específica: leo medios, autoras y textos críticos; sigo a una enorme variedad de personas en mis redes sociales; tengo muchos otros intereses además de la belleza. Además, constantemente juego con el maquillaje con el objetivo de ser creativa y experimentar, no de “verme mejor” y en los últimos años comencé a hacer ejercicio de forma disciplinada por primera vez en mi vida, con la firme intención de hacer más fuerte mi cuerpo, dormir mejor y manejar la ansiedad, sin pensar en tallas o en un “castigo” por comer. Ha sido una revolución interna muy hermosa.
Todo esto me ayuda a que mi vida sea mucho más variada, confronta mis ideas y me hace constantemente repensar cuáles son mis valores y si estoy viviendo una vida auténtica a mí misma.
¿Cuál es el aprendizaje más significativo sobre la belleza que has aplicado en tu vida, y cómo ha moldeado tu enfoque hacia el empoderamiento de otros?
Mi mejor amiga desde la secundaria es activista body positive y creo que crecer junto con ella me hizo la persona que soy en muchos sentidos, pero en el tema que nos ocupa me hizo ver
juicios interiorizados, discriminación hacia las personas con cuerpos grandes y falta de representación. Tener el privilegio de conocer este tema desde tan joven me hizo crecer ya con un ojo muy crítico que creo que otras personas tardan más en desarrollar. Más recientemente, mis lecturas sobre antirracismo también han influido mucho en cómo entiendo los estándares de belleza y cómo observo la belleza en mí y en las demás personas.
Todo esto, explícita o implícitamente, es parte de mi quehacer como editora, especialmente en cómo trabajo con las redactoras jóvenes que escriben en el sitio. Es un río subterráneo que recorre todos los textos en los que trabajo.
¿Cómo utilizas tu influencia para redefinir la belleza de manera que potencie a las personas y fomente una representación auténtica?
A lo largo de mi carrera ha habido momentos en los que puedo ser más o menos vocal respecto a mis ideas de la redefinición de la belleza, pero siempre está ahí, porque es la persona que soy. Lo que digo en juntas editoriales, la manera en la que entreno a redactoras e interns, las piezas e imágenes que propongo, las personas que entrevisto y las palabras que uso o dejo de usar.
¿Qué desafíos has enfrentado al intentar cambiar la narrativa de belleza en tu entorno ya sea personal y/o profesional, y cuáles fueron las claves para superarlos?
En lo personal, ser la persona que siempre dirá algo en contra de la gordofobia, la transfobia y el racismo (tres temas íntimamente ligados a lo que consideramos o no bello) ha sido un reto, pero creo que he encontrado maneras de hacerlo en las que no estoy simplemente regañando sino generando un diálogo, recomendando lecturas, haciendo preguntas.
Es lo mismo en lo profesional, aunque quizá es un camino aún más largo y complicado, en el que me gustaría haber logrado más.
¿Cómo crees que están evolucionando los estándares de belleza, y qué papel debería desempeñar los medios en su formación?
Cada generación tiene sus retos y su lenguaje. Es interesante ver cómo la gen-z (a la que quiero y admiro mucho) está cayendo en muchos de los mismos estereotipos que las millennials, pero las cosas ahora tienen otro nombre y son más sutiles y difíciles de identificar. No es que la obsesión con el peso, la edad o la perfección no estén ahí, sino que tienen otros nombres, como esos videos de “dime cuál es mi blindness, dime cómo hacer un glow up”… ¡eso es exactamente una escena de She’s All That pero en TikTok! Seguimos pensando que un cambio radical externo puede salvarnos de alguna manera o convertirnos en la persona que quisiéramos ser, y eso solo se logra con tiempo, con experiencia y con reflexión interna.
El papel de los medios para mí es fundamental. Nos toca contextualizar, dar datos, hacer entrevistas, no simplemente reportar “esto están haciendo los chavos en su red social rara”. En mi época era “esto está pasando en Twitter” y ahora es en TikTok. Claro que hay que retomar las tendencias, pero no presentarlas sin contexto.
También nos toca ir más allá de la representación, para una verdadera inclusión que se vea en todos los materiales que publicamos durante todo el año.
¿Cuál es ese pequeño gesto de tu rutina de belleza que guarda un significado especial en tu vida, quizás un recuerdo o una enseñanza, y cómo te ayuda a reconectar con quien eres en lo más profundo?
Mi mamá siempre llevaba los labios rojos y nos encontrábamos las marcas de sus labios en servilletas, tickets, notas. Siempre que retiro el exceso de lipstick tengo ese flashback súper amoroso.
Me encantan los rituales: la everything shower, hidratar mi piel, cantar, usar mi skincare, maquillarme para un evento, no es una obligación de mi género o de mi trabajo sino de mi reconectar con mi cuerpo, porque vivo demasiado en mi cabeza. Me sana mucho darme el tiempo de simplemente cuidar de esto que soy.