MELINDA SOLARES
Voz

MELINDA SOLARES

Directora de Belleza en Sephora USA y Fundadora de The Beauty Manifest

“NO ENTRÓ A ESTA INDUSTRIA PARA ESCALAR PELDAÑOS. LLEGÓ PARA ABRIR VENTANAS.”

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Acerca De MELINDA SOLARES

Primera mujer cubanoamericana en ocupar una posición estratégica de liderazgo en Sephora USA, desde donde ha transformado la narrativa de belleza. Hoy encabeza un movimiento global a través de su video podcast The Beauty Manifest, donde el bienestar, la identidad y la verdad encuentran un nuevo reflejo.

Melinda Solares: Cuando la belleza deja de fingir
Hay mujeres que se convierten en espejo sin deformarte. Que no te devuelven lo que quieren que veas, sino lo que olvidaste mirar: tu centro, tu raíz, tu posibilidad. Melinda Solares es una de ellas.

Antes de ocupar un título, ya ocupaba un lugar: el de quien observa el mundo sin querer arreglarlo, pero con la certeza de que puede transformarlo. Su relación con la belleza no fue una fuga ni un disfraz, fue una intuición: que lo estético, si se hace con verdad, puede ser una forma de consuelo, de conversación, de conexión.

Melinda no se adentró en la industria para subir peldaños. Se adentró para abrir ventanas. Para ventilar los espacios saturados de ruido estético y devolvernos algo más urgente: la posibilidad de sentirnos en paz dentro de nuestra propia piel. Su voz, que hoy lidera desde Sephora USA y su plataforma The Beauty Manifest —un video podcast íntimo donde la belleza se convierte en espejo de lo emocional—, no ordena ni decora. Invita. Detona. Sostiene.

Tiene el don de crear espacios donde una palabra pesa más que una campaña, donde una pausa vale más que un post. Melinda entiende que lo poderoso no siempre es lo visible. Que el verdadero liderazgo es energético: se siente cuando alguien te habla sin máscaras, cuando una decisión nace del centro y no del algoritmo, cuando la belleza ya no pretende salvarte, sino reflejarte.

En un ecosistema que exige que todo sea inmediato, perfecto, performativo, Melinda responde con presencia. Con ritual. Con escucha. Y sobre todo, con una nueva definición de belleza: aquella que no te promete validación, sino regreso. A ti. A lo que eras antes del juicio. A lo que aún late dentro cuando todo lo demás se cae. Melinda Solares no está aquí para ser celebrada. Está aquí para que nosotras, al mirarla, recordemos que no tenemos que ser otra cosa para merecer ser vistas.

1. Si pudieras regresar al instante exacto en que la belleza “hizo clic” por primera vez, ya sea por un aroma, una textura o una voz, ¿qué escena volverías a habitar? ¿Qué emoción estaba escondida detrás y qué te enseñó ese descubrimiento?

La belleza ha hecho clic en diferentes momentos de mi vida, cada vez de una forma nueva, conforme evoluciono. Pero uno de los primeros instantes fue escuchar a mi mamá decirme que se sentía hermosa gracias a mí. Era muy pequeña, pero ella confiaba en que le hiciera el maquillaje. No buscaba transformarla, sino resaltar lo que ya era bello en ella. Usaba apenas un delineador café para iluminar sus facciones. A través de ese gesto simple, entendí que la belleza también puede ser una forma de conexión profunda. Un lenguaje silencioso que te hace sentir vista, sin necesidad de cambiarte.

2. Convertirte en la primera mujer latina en dirigir el discurso de belleza dentro de una de las compañías más influyentes del mundo es una hazaña histórica. Pero más allá del cargo, ¿hubo un instante íntimo, una frase, una pausa, un reflejo, donde entendiste que ese logro ya no te pertenecía solo a ti, sino a muchas más? ¿Cómo se traduce hoy esa conciencia en tu forma de liderar?

Durante años analicé el contenido de belleza en redes: qué resonaba, qué no. Vi cómo personas increíblemente talentosas y hermosas eran destrozadas en los comentarios. Ahí entendí que la violencia no tenía que ver con ellas, sino con el dolor no resuelto de quien la escribe. Esa revelación me cambió el propósito. Ya no quería crear solo belleza visual: quería crear espacios donde pudiéramos hablar con verdad, sin máscaras. Por eso nacen mi voz y The Beauty Manifest, para amplificar historias que nos conectan desde lo humano. Porque cuando la belleza nace desde adentro, nadie puede borrarla.

3. ¿Recuerdas un momento en que la belleza te incomodó? ¿Qué descubriste sobre ti al abrazar esa incomodidad, y cómo usas hoy esa brújula para tomar decisiones difíciles?

Crecí rodeada de estándares imposibles. Hubo momentos en los que la belleza me incomodó profundamente. Me di cuenta de cómo la imagen externa se había vuelto un símbolo de estatus, sobre todo en redes. Los filtros, las ediciones invisibles, todo eso me alejó de mí misma. Hubo días en que preferí quedarme en casa antes que salir, porque sentía que no me veía suficiente. Pero fue justo en esa incomodidad donde comencé a recuperar mi poder. Dejar de intentar encajar fue un acto de libertad. Y hoy, cada vez que elijo lo real por encima de lo perfecto, regreso a mi centro.

Si pudieras invitar a una mujer de tu linaje familiar a sentarte contigo en la mesa donde tomas decisiones, ¿a quién elegirías y qué le preguntarías? ¿Cómo crees que esa conversación podría transformar la forma en que lideras, no solo profesionalmente, sino en tu vida personal?

Hace unos años, mientras limpiaba la casa de mi abuela tras su partida, encontré cartas y documentos antiguos de una antepasada. Había sido institucionalizada contra su voluntad. En sus palabras escritas a mano, sentí su fuerza, su lucidez, su urgencia por ser escuchada. Intuí que su historia no solo me hablaba a mí: me empujaba. Desde entonces, sé que el activismo por la salud mental no solo es parte de mi misión profesional, sino también de mi linaje. Si pudiera sentarla hoy en mi mesa, le preguntaría qué habría hecho distinto. Creo que su respuesta transformaría mi liderazgo como ya lo hizo su voz.

5. Desde tu experiencia construyendo comunidad, ¿qué ha sido lo más profundamente humano, lo más irrepetible, que has aprendido sobre lo que realmente buscamos cuando hablamos de belleza?

He aprendido que detrás de cada búsqueda de belleza hay una necesidad más profunda: sentirnos aceptados, conectados, amados. Esa verdad no cabe en un informe ni en un dato, pero está en el centro de todo. Ningún estándar, por más que lo alcancemos, nos libera de ese anhelo. Por eso hoy, en cada decisión que tomo, busco priorizar lo auténtico por encima de lo aspiracional. Porque solo cuando nos aceptamos, podemos abrirnos a una conexión real. Y en ese espacio, la belleza deja de ser un ideal y se convierte en una raíz.

6. Imagina que estás diseñando una experiencia de belleza para una joven que aún no se siente vista. ¿Qué única palabra grabarías en el empaque para que se sienta reconocida, y por qué elegirías precisamente esa palabra?

La palabra que elegiría grabar en ese empaque sería “dentro”. Porque creo profundamente que todo lo que necesitamos está ahí: adentro. Cuando una joven se siente invisible, es porque algo afuera ha intentado apagar lo que ya existe dentro de ella. Si logra conectar con esa fuerza interna, podrá no solo verse, sino también sostener a otras. Y en ese reflejo compartido, comienza la sanación.

7. En tu rutina diaria, ¿hay un momento mínimo, quizás inesperado, que te reconcilie con tu propósito y te recuerde por qué sigues apostando por la belleza como una forma de conexión auténtica?

Veo esperanza en los pequeños actos que nos conectan: cuando alguien te dice que le encantó tu delineado, cuando compartes una recomendación que cambia la piel de alguien, cuando las redes sociales se vuelven un puente en vez de una barrera. La belleza, en su mejor versión, nos reúne. Y mientras eso exista, vale la pena seguir creyendo en ella.

 

8. Mirando hacia atrás, ¿cuál fue ese momento, susurro o trueno, en que entendiste que tu salud mental merecía la misma disciplina y ternura que tu piel? ¿Cómo reescribió esa revelación la forma en que habitas tu cuerpo y priorizas tu vida?

Descubrí el cuidado personal a través del skincare. Veía tutoriales donde se explicaba la importancia de dejar que cada producto se absorba antes de aplicar el siguiente. En esos minutos de espera, empecé a encontrar presencia. No era suficiente tiempo como para hacer otra cosa, pero sí lo justo para quedarme conmigo. Con el tiempo, integré respiraciones entre cada paso. Así, lo que comenzó como rutina se volvió ritual. Fue ahí donde entendí que mi salud mental merecía el mismo rigor y ternura que mi piel. Desde entonces, cambié la forma en la que habito mi cuerpo, lidero y me priorizo. Incluso logré sanar tres años de náuseas crónicas. Todo comenzó con estar presente.

9. Si pudieras inscribir una única regla de oro, una línea indeleble, en la política de salud mental de la industria de la belleza, ¿cuál sería y qué herida colectiva te gustaría ayudar a sanar con ella?

Mi regla de oro sería: no hay reglas en la belleza. Porque muchas de las heridas vienen de ahí, de reglas que excluyen, que marginan, que dicen esto sí, esto no. Si entendiéramos que la belleza es una expresión interior y no un molde exterior, podríamos redirigir tanta energía hacia cosas más urgentes. La belleza dejaría de ser una jaula y se convertiría en expansión.

10. Imagina un espacio sin espejos ni pantallas. ¿Qué parte de ti se vuelve audible cuando desaparecen todas las formas de autoimagen, y qué has descubierto en ese silencio que hoy nutre tu bienestar emocional?

En ese silencio, lo que emerge es mi niña interior. La que aún sabe jugar, sorprenderse, sentir. Llegamos a este mundo sin filtros ni juicios, hasta que el peso del deber nos va moldeando. Nos enseñan que hay que merecer el asombro, merecer el juego, merecer el gozo. Pero cuando se apagan los espejos, esa parte pura, esa voz que fue silenciada por años, vuelve a respirar. Y en ese respiro, comienza la sanación.